lunes, 16 de abril de 2012

Construímos historias ...no novelas!







El libro de   Saint-Exupéry  "El Principito" nos regala una de las frases más lindas y profundas: "Lo esencial es invisible a los ojos".  Sin duda alguna, que la vida nos presenta diferentes escenarios. Existen momentos donde el desayuno es más dulce y el sueño más placentero; y otros, donde la noche es más larga y el día más angustiante.

Pero así como el placer nos regala momentos inolvidables; el dolor marca nuestras etapas de la vida y generan nuevas rutas. Por eso, cada momento, debe ser condimentada con la intensidad y la profundidad.  Cuando quieras bailar, hazlo como si la primavera tocara la puerta de tu alma; si vas a correr, deja que el aire choque tu cara como una hoja golpea la tierra.  Si vas a cantar, que no te preocupen las notas musicales.  Pues lo que estas haciendo ahora, no sabes si lo repetiras mañana. Aun, si lo pudieras hacer, no será lo mismo, porque la vida es una historia y no una novela que repite las escenas. Por eso, lo esencial es lo que nos llena el alma y enriquece el corazón. Porque los momentos más inolvibles no son las "puestas de sol" sino los "arco iris" que se encumbran en tu ser.

 Por eso, amo a mis amigos, porque son los que me hacen vibrar con la melodia de la gratuidad y la fuerza de la incondicionalidad.
Amo a mi familia, porque sé, a ojos cerrados, que estarán conmigo sin juzgárme por lo que hice. Amo la naturaleza, porque puedo admirarla sin que me reclamen por la insistencia.
Amo mi vida, porque es la que me hace saltar ante las sorpresas y me hace recoger ante la adversidad.
 Allí está lo esencial.  Solo el amor hace visible lo que es invisible. Por eso me gustan las personas que saltan, porque quieren romper la pasividad, como dice Mario Benedetti "Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no  hay que decirle lo que tiene que hacer y que lo hace. Me gusta la gente justa con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar."

Asi lo confirmé, en el atardecer de un domingo de abril, al refundar una amistad ... lo esencial es invisible a los ojos.